Por Víctor Bidó
Especial OjaDiario
Es interesante averiguar el por qué de la vida.
Alguien, desde antes, se había hecho la pregunta. No es nueva la interrogante. El misterio de la vida, quizás, no tenga una respuesta satisfactoria, sin embargo, acude siempre la misma interrogante. Obviamente, hemos de vivir sin una respuesta que colme la curiosidad. No así el corazón o los sentimientos.
Vaya que son elocuentes en la intimidad de quien vive. Sentir es distinto a pensar. Puedo pensar cómo pueden ser las cosas. Sentirla entra en el territorio de lo inefable, de la insondable
corriente de la energía vital: Ishinen. El corazón es el órgano de lo intuitivo e invisible. Percibe el tambor de un conocimiento distinto pero no menos cierto.
La certeza de la fe.
La vida no tendrá una única respuesta sino respuestas en perspectivas. La respuesta es un bosque que apenas podemos ver algunos árboles desde un punto.
La vida es infinitamente pluriversal. Apenas sabemos que compraremos una extensión incomparable ante lo reducido de lo que sabemos. Observarse desde la perspectiva sagrada. Eres único entre lo existentes. Alguien desea que no reconozca lo que eres en sí y para sí. Tienes el potencial de lo inimaginable. Déjate fluir y verás.
¿Qué es la vida?
