«A tiempo para Carpe Diem»
Por Domingo Guerrero
El icono universal del teatro, la Risa y el Llanto representan las elecciones contrastadas ayer y en Ecuador y Perú. En ambos eventos relevantes se dio en uno, en Ecuador, el lamentable triunfo del empresario neoliberal, Gulliermo Lasso, quien antes había contenido en dos elecciones pasadas, contra el joven liberal, Andrés Aráuz, iniciandose desde ya la profundización o el viraje hacia la extrema derecha y el rediseño y mejoramiento de un programa político para el desmantelamiento del Estado de Bienestar construido en la década de Correa de 2007 al 2017 y contra la soberanía del país que marca la mitad del mundo.
Pudiera ser que ya instalado en el Palacio de Carondolet, el criollo bancario, prosiga la infame persecución política emprendida por el medio traidor y minusválido dos veces, físico y mental, del actual mal presidente Lenin Moreno, que siempre tuvo intenciones oscuras. En el vecino Perú, en unas elecciones otomizadas por la cantidad de candidatos y los estragos de la pandemia, las encuestas a Boca de Urna daban, en las primeras horas de anoche, la delantera a Pedro Castillo, abanderado de la agrupación de izquierda «Perú libre», libre de los Fujimori, de los militares golpistas, del agónico neliberelismo y de las prácticas extractivistas más pragmáticos del mundo, las mineras canadienses!, se agradecerá cualquier analogía con estás en la República Dominicana.
Los resultados nos tienden ante los ojos del análisis y el debate político, económico y social el cuadro caótico de la actual realidad de Brasil, el pasado desastre de Macri en Argentina, el golpe en Bolivia al amparo de la Fe y la OEA, del expupilo de Pepe Mujica, el amargo de Almagro, y la propia realidad del mismo Ecuador con Moreno.
El neliberelismo se siente agotado y cansado, pero no tanto para seguir, empecinado, creando injusticias sociales, provocando desigualdad económica y corrupción política. Dos modelos ferozmente confrontados siguen dominando el escenario político y mundial, dos panoramas para mirar y ofertar en una realidad política donde cada vez pierde más terreno el ejercicio democrático clásico y ganan más espacios las prácticas que garanticen la toma del poder a cualquier presión incluido el que compra a los árbitros electorales.