Opinión

LA CONVIVENCIA HUMANA

Por Aridio Moya

Especial OjaDiario

(para una vida mejor, en comunidades de aprendizaje)

Las diferencias, como todo, tienen un lado bueno y otro lado malo. Solemos imaginar que somos mejores que los otros y que nuestras cualidades nos hacen normales, mientras que las de los otros, sobre todo, si son atípicas, las pensamos como anormales. Esa suele ser la tendencia de nuestra consciencia.

Aún no hemos aprendido a valorar la diversidad de caracteres, que nos dan variedad, y por torpeza de algunos, usamos las diferencias para discriminar, para subvalorar y estigmatizar a los otros, en interés de cotizarnos y presumir de ser mejores.

Los valores que producimos, así como las herramientas usadas para la producción, generan valores y valoraciones diferentes, en el ámbito de las culturas. Nos adaptamos y nos habituamos a los valores que produce una cultura y, hasta llegamos a creer, en la superioridad de la cultura y los valores que entran en nuestras tradiciones.

Cuando viajamos, solemos tropezar con la discriminación de que nos hacen víctimas, por ignorancia y pobreza mental, y hasta nosotros también solemos hacerlo con otros, cuando rompen nuestros esquemas mentales, a los que estamos acostumbrados.

Esas diferencias suelen generar conflictos, en muchas ocasiones, y hasta se antagonizan en violencia esas variaciones, y el dolor causado y el recibido, nos ponen a reflexionar sobre las conveniencias que propician la paz y la guerra. Algunos deciden vivir de las guerras, pero otros propiciamos la paz, en razón de que favorece el desarrollo del conocimiento y las condiciones para la creación de los mejores valores que enaltecen la cultura: el arte, los deportes, la ciencia, la tecnología, la moral, Etc.

En ese trajinar entre la paz y la guerra, vamos descubriendo en valor de la convivencia humana, que necesitamos comprender y estudiarla, para la creación de una mejor sociedad enriquecida por el sello de las diferencias.

Comprender las diferencias es un importante paso, necesario para una mejor valoración de cada cultura, que nos ofrecen diferentes músicas, diferentes deportes, diferentes cocinas, diferentes vestimentas, diferentes maneras de hablar y de ser. ¡Qué vivan las diferencias, porque enriquecen la existencia y evitan el aburrimiento!

Otro paso importante es el de la tolerancia a las diferencias, dado que nos entrenan en la aceptación de las diferencias, sin que nos detonen las válvulas de la violencia animal, que suele caracterizarnos. Aprender a tolerar, para construir la paz, para civilizarnos, para humanizarnos, resulta un valiosísimo aprendizaje, que nos distingue de quienes aún carecen de comprensión que les ilumine la mente.

Aún se puede dar un paso más, en la dirección del perdón a aquellos que suelen hacer cosas que nos resultan molestas, dado que contrarían nuestros intereses. El perdón suele ser la actitud más difícil, dado que ya han sido lesionados nuestros intereses, y la violencia ya ha brotado como ira, disgusto, malestar. Poder reflexionar y pasar desde la comprensión a la tolerancia, y desde ésta hasta el perdón, es algo que resulta asombroso, espectacular, extraordinario, y digno de un reconocimiento, que eleva al ser humano hasta un alto grado en la humanización.

Es el momento en que florece el amor, si el perdón incluye una auténtica aceptación. En ocasiones, hablamos de perdón, pero resulta ser sólo en apariencia, dado que la persona perdonada, no entra al ámbito de nuestra confianza ni la aceptación, y eso lo justificamos con expresiones como la de “el perro huevero, aunque le quemen el hocico…”.

Suelo decir que quien me comprende, me tolera y me perdona, me ilumina de amor, y me hace feliz. Quienes me dan amor y felicidad, me transforman en un ser en gratitud, que reciproca lo que recibe, y es ahí donde se abre la posibilidad de la convivencia humana.

La convivencia constituye una condición para la paz, la democracia participativa, la humanización y otros valores morales generadores de comunidades de aprendizaje, con las que resulta posible la construcción de mejores sociedades, que predican con el ejemplo, que favorecen condiciones de justicia y libertad, para la creación de la felicidad y la dignidad humana.

Ya es tiempo de superar las limitaciones de la ignorancia y la violencia que nos animalizan…

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