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Gobierno da giro a diplomacia y abandona política conservadora

Santo Domingo, RD

El gobierno dominicano ha dado un sorpresivo giro a su política internacional conservadora, para asumir posiciones frontales hacia otros países con los que tradicionalmente conservaba buenas relaciones diplomáticas.

La situación se evidencia ahora con reacciones radicales hacia Haití y Nicaragua. Pero sobre todo con esta última nación, que no ejerce mayores grados de atracción para República Dominicana en la geopolítica voraz de nuestra órbita.

Pocas personas de la calle deben entender la insistencia del gobierno de Luis Abinader en recurrir con hirientes calificativos, en nombre de la democracia, para criticar el proceso electoral del domingo en Nicaragua, que culminó con la victoria del actual presidente Daniel Ortega, a quien comienzan de tildar de dictador.

Ya el país centroamericano había protestado “enérgicamente” el 7 de julio pasado ante lo que definió como “insólitas declaraciones” de la República Dominicana, condenando la detención de dos aspirantes presidenciales de la oposición en el país centroamericano, que celebró sus elecciones generales el domingo 7 de este mes.

“Ante las insólitas declaraciones suyas sobre asuntos internos que solo conciernen al pueblo y Gobierno de Nicaragua, protestamos enérgicamente en nombre de la decencia, la soberanía, la no intromisión, no injerencia, y no interferencia, que de acuerdo a todas las Cartas Internacionales que rigen la vida soberana entre los Estados, nos debemos”, señaló el Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua, en una nota dirigida al canciller Roberto Álvarez.

  • Otra posición del gobierno de Abinader que nos atañe directamente y cuyo notable esfuerzo ha merecido un amplio respaldo del liderazgo nacional, es la relacionada con la crisis que padece Haití, el país más indigente del continente y uno de los más pobres del hemisferio.

El gobierno de Abinader se presenta en ocasiones como un Quijote ante la comunidad internacional, clamando con vehemencia una colaboración que raya en ocasiones con la diplomacia bilateral y que ya han padecido sus antecesores.

En su discurso ante la Asamblea General de la ONU el 22 de septiembre Abinader fue patético: “Quiero decirlo hoy de la manera más sincera y fuera del lenguaje diplomático… es imperativo manifestar, de la manera más firme y tajante posible, que la comunidad internacional no debe, ni puede, abandonar al pueblo haitiano en este momento en que los niveles de inseguridad lo están llevando a su autodestrucción”.

El mandatario alertó que ante la división actual que existe entre el liderazgo haitiano y la peligrosa presencia de bandas criminales que controlan una buena parte de su territorio, los haitianos por sí solos no podrán pacificar su país y mucho menos garantizar las condiciones para establecer un mínimo de orden.

Consideró que lo más importante e inmediato es la seguridad en Haití, y que solo después de haberlo logrado, pueden llevarse a cabo unas elecciones libres, justas y confiables.

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