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Derechos de la mujer: Una mirada hacia los relieves culturales (Parte I)

Por Licda. Enersi Georgina Mateo Luciano

Las luchas que han atravesado las mujeres a lo largo de la historia para proclamar sus derechos no ha sido tarea fácil. El hecho de manifestar el ideal del perfeccionamiento de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres reiteradas veces ha sido objeto de censura, violencia, maltratos, y hasta muertes.

Lo que es sinónimo de libertades para los hombres es antónimo de éxito para las mujeres. Si bien es cierto que los instrumentos internacionales de derechos humanos son comunes a todos los seres humanos, es decir, universales, no es menos cierto que las mujeres siempre han sido producto de cierta marginalidad.

Particularmente ilustrativo sobre esto es cuando analizamos los derechos de la mujer desde una perspectiva cultural comparada entre países de oriente y de occidente. Estos han sido distinguidos como tal por sus diferencias ideológicas antagónicas más que por su orientación geográfica.

Sin pecar de reduccionista, se puede plantear que los derechos de la mujer en países de oriente tienden a limitar los derechos de la mujer que van desde no tener libertades como el estudiar una profesión, trabajar o conducir un vehículo, hasta los más simples como no poder desplazarse en sitios públicos sin el acompañamiento de un marido.

Esta realidad configura un abismo legal en el cual se debe cuestionar seriamente la manera en que se está aplicando la Ley sustantiva y adjetiva de dichos países.

Por su parte, los países de occidente han tendido una evolución más palpable en cuanto a los derechos civiles, económicos, sociales y políticos de la mujer. Aunque aún subsisten problemas como la disparidad en los derechos laborales, lucha por las cuotas de género o derechos reproductivos y sexuales.

Indiscutiblemente el factor cultural es un elemento determinante a la hora de tutelar estos derechos. La indiferencia que existe en países de medio oriente es notoriamente más elevada que los países de occidente por razones que van desde a la religión hasta cuestiones históricas. Debemos conocer la historia para no condenarnos a repetirla. A pesar de los logros realizados por grandes mujeres a través de la historia, el androcentrismo sigue inherente.

El germen de las posibilidades de cambio de estos escenarios lo vemos reflejado en la educación y la visibilizacion de los movimientos que luchan día tras día por reformas sistémicas y legislativas. De la misma manera, conocer la verdadera identidad de las mujeres y su historia nos permite tener una opinión y un conocimiento más aterrizado de esta problemática entre países y desarrollar un sentido de pertenencia.

Sin menoscabar el avance que hemos tenido como sociedad en cuanto a los derechos de la mujer se trata, el activismo es una pieza clave para lograr el reconocimiento de estos derechos y provocar un empoderamiento generalizado.

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