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Servicios ecosistémicos: Más allá del bienestar humano

Jueves 16, ene 2025 por Heidy Lorenzo

Santo Domingo, RD – Despertamos. Nos higienizamos. Vamos a la cocina a preparar el desayuno. Procuramos fuego. Buscamos fósforos. Hervimos chocolate. Tostamos pan. Entonces decidimos salir de la ciudad porque es sábado. El sol apenas se asoma y ya hemos llegado a un buen lugar: Loma Miranda. El verdor nos rodea esparciendo una frescura indefinible. Qué hermosa vista. Muy cerca, hay una cueva con curiosas inscripciones. Es la Majagüita resguardando el legado taíno. La historia cabe en las piedras, decimos. Loma Miranda habrá sido un fuerte centro de convergencia para entonces. Aguas derramadas por la montaña. Frías. Cristalinas. Insectos descomponiendo la materia orgánica. Abriendo senderos microscópicos. Alimentando a la tierra. Anfibios. Reptiles. Aves. En fin, seres vivos. La biodiversidad siendo parte de nosotros y nosotros de ella. Nos quedaremos hoy, decimos. Mañana volvemos a Santo Domingo.

En esta breve narración han intervenido tres tipos de servicios ecosistémicos: De suministro (agua para higiene…), de regulación (árboles para absorber CO2) y culturales (arte rupestre y conexión establecida como potenciador del acto creativo).

Pero esta breve narración no solo pretende procurar la identificación de los tipos de servicios ecosistémicos, sino el reconocimiento de la relación de dependencia que tenemos los seres humanos con la naturaleza. Nuestra vida depende en todas sus dimensiones de los recursos naturales. Nuestra rutina diaria se forja bajo las sombras de estos. Así, nos vemos afectados en la medida en que la biodiversidad también es afectada. Es una relación que satisface necesidades físicas, emocionales y espirituales. La interdependencia nos permite vivir. Las unidades funcionales del medio ambiente nos proveen estos beneficios que posibilitan la vida en la Tierra.

Por esta razón debemos abordarlos a través de un comportamiento responsable que permita su aprovechamiento sostenible. Pero este parece no ejecutarse como debería.

El Informe Planeta Vivo 2020 de WWF reveló algunas noticias alarmantes: desde 1970, las poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios han disminuido un 68% en promedio. Los datos para nuestra región son aún más alarmantes: América Latina y el Caribe ha perdido el 94% de su biodiversidad desde 1970.

El informe reveló sus causas: caza furtiva, cosechas, así como la destrucción continua de pastizales, bosques y humedales para la agricultura a gran escala. Espacios que constituyen hábitats naturales para diversas especies. La sobreexplotación también es considerada. Su práctica ha provocado una disminución considerable de peces de agua dulce. Y es, por otro lado, una de las causas que considera la ONU como desencadenante de la extinción de especies. A ella se une la contaminación, la introducción de especies invasoras, el cambio de uso de suelo y el cambio climático, causa de un malestar que, a su vez, es consecuencia de la quema de combustibles fósiles producidas por las continuas prácticas antrópicas insostenibles.

Repensar a la Naturaleza es clave. Verla en todas sus dimensiones. De forma holística. Una visión que coloque a la ética como base nos permitirá comprender que los servicios ecosistémicos van más allá del bienestar humano.

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