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Santo Domingo en diciembre: Entre la ansiedad de las compras y la euforia de las fiestas

Lunes 30, dic 2024. Kelvin Isidro Valdez

Santo Domingo, D.N – Cada diciembre, las calles de Santo Domingo se convierten en un bullicio de actividades. La ciudad, que durante el resto del año en ocaciones suele ser ordenada, se transforma en un escenario de caos organizado. Los meses que llevan al fin de año se caracterizan por un ambiente cargado de energía, impulsado por las compras navideñas, las celebraciones y el estasís por los últimos días del año. Las aceras, mercados y avenidas se llenan de personas que, con paso apresurado, buscan los últimos regalos o los ingredientes para la última cena del año.

El ruido es inmenso; las bocinas de los carros, el bullicio de los vendedores ambulantes y el sonido de los parlantes que emiten música festiva se mezclan con las voces de las personas discutiendo precios o intercambiando saludos. En la capital dominicana, diciembre es un mes donde el sonido se vuelve una parte integral del paisaje urbano. Las calles parecen no tener descanso, ya que los transeúntes se sumergen en una rutina frenética, a menudo bajo la presión de cumplir con las expectativas familiares o personales de un fin de año perfecto.

Este ambiente tenso se ve reflejado también en las miradas de los compradores. La ansiedad por no encontrar lo que buscan o por aprovechar las últimas ofertas puede generar momentos de tensión, especialmente en los puntos más comerciales como la Duarte o el área de la avenida 27 de Febrero. Los comerciantes, por su parte, se ven igualmente atrapados por la presión de vender todo lo posible antes de que termine el año, por lo que cada esquina parece estar invadida por vendedores ofreciendo productos navideños, ropa, juguetes y más.

Calle 27 de Febrero esquina con José Martín, entre el ruido, los vehículos y las personas en busca de artículos para comprar.

A medida que se acercan los últimos días del año, las calles se llenan de un aire de expectación. La gente camina con un brillo en los ojos, a veces ansiosos, otras veces felices, pero siempre en busca de algo que simbolice el cierre de un ciclo y la bienvenida a un nuevo comienzo. Los restaurantes, bares y centros de entretenimiento también experimentan su auge, con largas filas de personas que buscan el mejor lugar para celebrar, lo que agrega otra capa al ruido y al bullicio característico de esta temporada.

Sin embargo, al llegar el 1 de enero, el cambio es abrupto. La ciudad, que hasta la víspera estaba repleta de energía y ruido, comienza a calmarse. Muchas personas siguen la tradición de quedarse en casa para descansar tras una noche de celebraciones. Las calles, antes llenas de tráfico y caos, se vacían momentáneamente, creando una sensación de tranquilidad que solo se interrumpe por los fuegos artificiales y las celebraciones familiares. Es un respiro momentáneo, pero necesario, antes de que la rutina de un nuevo año comience a tomar forma.

Este ambiente, marcado por la tensión, el ruido y las multitudes, es un reflejo de lo que representa diciembre en Santo Domingo, un mes de transiciones, de caos y de expectativas, donde el bullicio de las calles da cuenta de la vida vibrante y a veces intensa de la capital dominicana.

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