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RITUALES DE PASO

Portador de misterio.

Por Miguel Ramírez/Artista plástico

Especial OjaDiario

Título en carpeta de mi próximo gran proyecto de exposición multidisciplinaria en proceso.

Presagio de testimonio y legado en premonición.

Imaginario de voces secretas esparcidas como polen esculpiendo el viento.

El misterio visita a mi puerta a ratos.

Huésped soy de otras visiones y abrazos mágicos.

La plenitud es una decisión creativa de ser, una postura existencial de estar, una resistencia de servicio y resiliencia compartida.

Me abisma y extremarse toda condición y cualidad de lo humano.

Todo aviso de incertidumbre y certeza de ternura.

El tormento pueril insomne y la anodina celebración de la arcilla entre las manos.

Me alegra reconocer el error y me retracto de la tristeza.

De alguna lejana galaxia he recibido un Don, una pena, una misión, una condena, una vez cada día para respirar y desdecirme a mí mismo.

Un amor invisible me transforma en lo que oficio, doy y quise ser en otro estadio de tiempo.

Transitar el arte me sana de una mordida filosófica y venenosa en su lumbre.

El teatro me ha salvado en su eslabón perdido de homo sapiens redimido ante el fuego y su sombra.

Toda variable de elogio y eternidad me ha sido proscrito y quiere desnudar en un ir y venir mi otredad.

A mí edad de nada sirve ahora llorar en ruinas, fermentar semillas y tropezar en jardín florecido.

Fabular nos ha sido dado como la única fuente de reinventarnos en otros mitos y quimeras en nuestra aldea de sueños.

Un segundo afortunado me hace bien para saberlo todo y contemplar lo acontecido siempre con mirada de niño sorprendido.

Consciente, agradecido y pleno de mi ritual de paso ofrezco mi testimonio y legado de ser, estar y servir ante mi verdad en lo cercano y lo próximo,

Arando presencias al clamor del abrazo y el amor simple en la bondad humana.

Lo cotidiano y sus revelaciones insólitas me provocan y convocan a la propicia complicidad entre asombro y temblor de lo insondable.

La simplicidad-compleja del universo se hace caldo creativo en embelecos y catapulta lúdica en mis oficios.

La inocencia sostenida libera mi ontológica ración de vacío y da forma posible a la utopía vinculante de lo otro en conexiones a priori de resistencia y resonancias afectivas compartidas.

El sentido amoroso del aquí ahora me alienta y seduce al ritual primero de la danza de alinear piedras, ofrendar el cuerpo y emanar humerios en señales revelando secretos sagrados.

Portador de misterio soy confeso en la errancia oscura del encuentro y el luminoso ardor de la búsqueda.

La verdad dilata su comprensión en tránsito etéreo y construye espejismos en tejidos de entropía.

Una razón superior me diluye a no ser y proyecta mi aliento en propósitos de heredad y memoria.

Yo soy en los otros porque a su paso seré huella de un evento eterno compartido.

Procuro un nombre en el olvido fugaz y despertar en el recuerdo de sí.

Me reconozco polvo y noria en rebelión.

Especie extinta de liquen en presagios.

Aroma de lirio en el desierto y averno en oasis de promesas.

Rumor de caverna y distópica efigie del presente.

Humedad vibratoria y signo indescifrable.

Solo un gran abismo me alimenta al desdén y descreer la utopía pasajera de esta ilusión de estar, no saber cómo pagar la deuda de otro surgimiento y contemplación de lo esencial.

El cuerpo solo es un excura para pretender quedarnos.

El viaje primero es el interior.

Mi ruta ya está trazada en un tiempo espacio paralelo de coordenadas celestes y fuga de lo que quiso ser asomo y rubor.

La plenitud no es un destino casual, es una arquitectura de causalidades alineadas a nuestro favor.

Una mirada puesta en marcha y sin permiso.

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