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En la vida si no baila te bailan

 Por: Amalia Perez Mejía

En el drama de la vida lo incierto siempre gana a lo cierto, por eso es que el orden de las diferentes etapas no se puede forzar, «lo que viene derecho no trae arruga» dice don Guillermo que a sus 93 años está como «el primer gandul» manejando su bocina con bluetooth y tirándose sus «traguitos» sentado en una mecedora al frente de su casa voceando a todo el que pasa.

Dice que la vida le ha pagado muy bien porque nunca se mete con nadie, que ama su familia sin importar la decisión que hayan tomado, si son negros, blancos, pobres, ricos o maricones, eso a él no le importa, “el único prejuicio que tenía en mi vida, era el de la miseria, por eso me puse a trabajar y quise echar mis hijos Palante”. “El que no progreso fue porque no quiso”, agarrando su vaso y tirándose «un petacazo», saborea su trago como saborea la vida y se queda pensando.

Levanta su mano derecha y aprieta la mirada para decir reflexivamente con propiedad, “hay destinos que no podemos cambiar, también hay gracias y hay desgracias, pero hay que tener sentido para diferenciarlas”, gira su dedo índice hacia la sien, en señal de que depende del cerebro. Cada vez me tengo que acercar más a él para poder escucharlo, pues la música sigue su ritmo sin bajar el volumen.

Adivinando lo que estaba pensando, arrastra la silla conmigo arriba y haciendo un movimiento circular se asegura de que esté firme, me acomodo tan cerca de él, que cada vez que ponía el vaso en su boca, debía retirar la cabeza hacia atrás para que no me rozara en la cara, pero sigo muy atenta a sus palabras, no quito la mirada de sus labios para no perderme ni un solo instante de sus relatos.

Sigue con su dedo casi acusador, apuntando mi nariz y me pregunta, ¿sabes por qué fracasa la gente?, intentó contestarle desde mis conocimientos de psicología, pero no me permite articular la palabra y continúa su discursiva actividad entre medio borracho y medio filósofo, tratando de enseñarme acerca de la vida, la desgracia y la gracia.  “la gente fracasa porque no cree en sí mismo, fracasa porque se desubica y por el mal corazón”.

 Don Guillermo un hombre lleno de energía, calculador y buena gente, mantiene un liderazgo poco común en su vecindario, especialmente con los jóvenes que se acercaban a saludarle sin importar interrumpir la conversación, a quienes le brindaba su vaso llenándolo de alcohol cada vez que llegaba uno, Quienes tomaban un trago y se lo regresaban.

 En estos momentos me preocupaba la cantidad de personas que habían tomado del mismo vaso, incluyéndome, pues no me atrevía hacerle un desaire a este hombre que tan amablemente compartía su sabiduría acerca del “buen vivir” conmigo.

De repente suena una ranchera de Pedro Infante y se pone de pie y me invita a bailar sobre el suelo bien barrido, pero con pequeñas piedrecitas que me hacían perder el ritmo medio quebrado de la pieza musical. Con un poco de vergüenza miró alrededor y veo cantidad de personas observando el baile con mi anfitrión, quería que me tragara la tierra, pero recapitulando los consejos encontré una de las frases dicha por el mismo “en la vida si no baila te bailan” y me entregue a la música llevando cada paso al compás del bailador.

Pasada la medianoche, cenada, bailada, medio «ajumada» y compensada por tantos conocimientos y anécdotas, me fui a casa tarareando la ranchera…….

 “Es la ilusión de mi vida,

 estar muy cerca de ti,

 a la virgen se lo pido,

me conceda estar así” ….

Reflexione toda la noche en la virilidad y la salud de don Guillermo, casado con una señora 30 años menor que él, a quien también se le veía alegre y dispuesta acompañar a su esposo en sus anécdotas, chistes y risas. Quienes habían tenido pérdidas significativas de seres queridos y de algunas propiedades, aun así, mantenían su jovialidad y sus ganas de servir y vivir la vida; como él me contaba, “el éxito se consigue viviendo un día tras otro”.

Parece que ahí está el secreto de la felicidad, mantener el ritmo al día a día, reír y comunicar, sin importar quienes te estén mirando bailar. No juzgar a nadie, fue otra de las enseñanzas de la noche, pase una de las mejores veladas con el novenario y estoy dispuesta a volver a repetirlo, creo que me queda mucho tiempo para eso, con ese estilo de vida, ¡estoy segura que al señor Guillermo le quedan muchos años más…!!!

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