Medio Ambiente

Los riesgos de acelerar la instalación de renovables a costa del medio ambiente

El cambio climático es una “enfermedad” devastadora para la salud de nuestro planeta. En este contexto, urge encontrar el tratamiento adecuado para combatirlo, que pasa por la descarbonización de la economía mediante el despliegue de energías renovables, además de un necesario decrecimiento económico que pocos quieren aceptar.

Sin embargo, como ocurre con las enfermedades que afectan a los seres vivos, no todos los “fármacos” –en este caso, proyectos de energía renovable a gran escala– propuestos por las compañías energéticas serán adecuados una vez considerados los beneficios y los riesgos para el medio ambiente y el coste para la sociedad. Por eso es importante una exhaustiva evaluación previa de estos proyectos.

Recientemente, la Unión Europea ha aprobado un reglamento para acelerar la tramitación de algunos proyectos de energías renovables a costa de reducir las garantías de que no producirán impacto medioambiental al considerarlos de interés público superior.

El Gobierno de España, casi con simultaneidad, aprobaba un real decreto que, al igual que el reglamento europeo,permite que los proyectos de energía renovable (excepto los ubicados en Red Natura 2000 y en el medio marino) no tengan que pasar por el procedimiento de evaluación de impacto ambiental y por un proceso de información y participación pública.

Ambas normativas vulneran dos principios básicos: el principio de no regresión ambiental y el principio de participación pública en materia de medio ambiente, recogido por el Convenio Aarhus. Actualmente está en tramitación la modificación de la Directiva Europea de Energías Renovables, que supondría que esta regresión ambiental y democrática fuese permanente y no temporal.

PRIMERO, EFICIENCIA ENERGÉTICA

Estos cambios regulatorios son perjudiciales por varios motivos. En primer lugar, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático señala que la mejor medida para luchar contra el calentamiento global es la preservación de los ecosistemas. Unos ecosistemas sanos son una solución basada en la naturaleza para mitigar los efectos del cambio climático. Por tanto, no se deberían aprobar proyectos dañinos sobre ecosistemas valiosos donde los efectos adversos pueden superar fácilmente los beneficios esperados.

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