Cultura

LA VEJEZ CON UN OLOR OTOÑAL

Víctor Bidó/escritor

Especial OjaDiario

La vejez es una estación de la vida como cualquier otra. Es obvio que esta etapa se asemeja al otoño, sin embargo, no quiere decir que no sea fructífera dentro del orden vital adecuado. La vejez es la plenitud de la vida.  No siempre es ideal dado que la sociedad no lo es. Pero hay una tendencia en la sociedad actual de humillación, desecho e irrespeto. Una sociedad donde las personas mayores son despojos y cargas. Pero aún, se postula la desaparición de las personas de edad. Por ejemplo, el bicho, sabemos que no fue ningún accidente, salvo para los dormidos, sino un acto de guerra contra la humanidad. Los mayores han sido el blanco fundamental. La muerte se cierne ante el organismo cansado de quienes dieron todo a la. Sociedad, ahora, son desechados por estar en la estación otoñal.

El futuro se muestra inhumano porque las cosas son más importantes que el ser humano. Y lo que define nuestra humanidad tiene como centro la vida. Todo lo ajeno a la vida es, a mi entender, demoníaco. Huele a esclavitud, a sufrimiento y dolor. Se evidencia que estamos entrando en un periodo de muerte y desolación. La ciencia al servicio de una ideología de muerte. Los nuevos «líderes» son entidades sin almas como nunca se han mostrado. La vejez es sinónimo de carga, pesadez y maldición.

Paradójico, en la China de Confucio se apreciaba a los antepasados por ser la reserva y la memoria de la civilización. El pasado se tenía como sostén de lo existente. La modernidad habló de la ruptura hasta llegar a convertirse en la tradición de la ruptura. De ahí el desarrollo de las artes, la ciencia y la cultura. Estamos viviendo un arte vacío e intrascendente que postula un signo de consumo y hedonismo. Una exaltación de la anormalidad y los instintos. La vejez lleva consigo la conservación, la corrección y la cautela. Ello producto de la experiencia como conocimiento extraído del hecho mismo. Es cierto, la juventud goza de la exaltación vital, sin embargo, carece de la experiencia que forma al cazador.

Obviamente, una sociedad de este tipo está condenada a perecer, tarde o temprano perecerá. ¿Estamos ante la extinción de la humanidad? Pero ella no vendrá a raíz exclusivamente por la naturaleza sino por el hombre. La guerra no se hace esperar y se logran dos puntos de un solo tiro: (Si sobrevive) La reducción de poblaciones y el paraíso de las máquinas a merced de unas reducidas familias corporativas que instaurarán la esclavitud más inhumana. Ante esta perspectiva la esperanza parece una burda quimera de supermercados. Esta élite no es Dios, y si lo es, será barro pulido por el fuego del Armagedón.

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