La nueva misión de la ONU para Haití: ¿un punto de inflexión o un parche militar?


Por: Lic. Samuel Avila
Ojadiario jueves 9 de octubre 2025
El Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el 30 de septiembre de 2025 la transformación de la misión multilateral en Haití hacia una GangSuppressionForce (Fuerza de Represión de Pandillas) con hasta 5.500 efectivos. La decisión busca frenar la escalada de violencia y el control territorial de bandas, pero abre interrogantes geopolíticos, militares, diplomáticos y geoestratégicos —y plantea retos y oportunidades concretas para la República Dominicana.
Perspectiva geopolítica: un tablero regional tensionado
La aprobación llega tras el fracaso parcial de misiones previas (la misión encabezada por Kenia y esfuerzos multilaterales posteriores), que dejaron a la comunidad internacional con la sensación de que era necesaria una estructura con mayor capacidad y mandato. La votación muestra además la tensión entre los grandes actores: algunos miembros presidieron abstenciones y críticas respecto a financiación, supervisión y soberanía haitiana. El respaldo de Washington subraya el interés de EE. UU. por estabilizar la vecindad para reducir contagio migratorio y criminal.
Perspectiva militar: ¿qué supone sobre el terreno?
Militarmente, la GSF implica: un aumento significativo de tropas y policías con reglas de enfrentamiento más amplias; operaciones combinadas de seguridad para recuperar corredores urbanos y puntos estratégicos (aeropuertos, puertos, ejes viales); dependencia fuerte de logística, inteligencia y apoyo aéreo y de comunicaciones que muchos países donantes tendrán que proveer.
La experiencia reciente mostró carencias: la misión keniana operó con pocos contingentes y fallas logísticas, lo que la hizo vulnerable y redujo su impacto. Sin un aporte sostenido de equipamiento, financiamiento y relevos regulares, la efectividad de la GSF quedará comprometida.
Perspectiva diplomática: legitimidad y control político
Diplomáticamente, la ONU intenta equilibrar tres necesidades: legitimidad internacional, respeto formal a la soberanía haitiana y la urgencia de restaurar un mínimo de orden. La resolución prioriza financiación voluntaria, lo que obliga a una diplomacia intensa para garantizar recursos y evitar la cronificación del problema en un “parche” temporal. Además, existe el reto de crear mecanismos de supervisión y rendición de cuentas (para evitar abusos y repetir errores del pasado). La coordinación con CARICOM, la OEA y actores regionales será vital.
Perspectiva geoestratégica: por qué interesa más allá de la isla
Haití es un punto débil en la estabilidad del Caribe. Si la GSF vence, podría reducir rutas y espacios de impunidad para grupos criminales transnacionales (tráfico de drogas, armas y personas). Si fracasa o se percibe como ocupación, puede radicalizar rechazo popular y provocar mayor inestabilidad con efectos en migración, crimen transfronterizo y atención humanitaria. La capacidad de Estados Unidos y socios de sostener apoyo logístico y financiero será determinante para inclinar la balanza.
Repercusiones para la República Dominicana
La vecina República Dominicana (RD) es el actor regional más expuesto y debe evaluar riesgos y oportunidades en varias dimensiones:
Seguridad y criminalidad transfronteriza
Riesgo: Si la GSF provoca desplazamientos internos masivos o reacción violenta, puede aumentar el flujo irregular de haitianos hacia la RD y propiciar rutas de criminalidad transnacional.
Oportunidad: Una reducción sostenida de la violencia en Haití reduce también el espacio para redes criminales que operan entre ambas fronteras.
Migración y refugio
Riesgo humanitario: ya hay millones que requieren asistencia. Un empeoramiento podría generar olas de refugiados y presionar servicios fronterizos dominicanos.
Recomendación: RD necesita protocolos humanitarios claros (centros de recepción, triage médico, cooperación con ACNUR/OIM) y acuerdos temporales de tránsito.
Economía y comercio
Interrupciones en la frontera y en la cadena logística pueden afectar comercio local y mercados transfronterizos. La inestabilidad puede encarecer bienes en provincias fronterizas.
Medida: Planes de contingencia para abastecimiento y apoyo económico a comunidades fronterizas.
Diplomacia bilateral y multilateral
La RD puede aprovechar su posición para impulsar una voz regional que exija transparencia, supervisión y enfoque en Estado de derecho y reconstrucción institucional en Haití. La cooperación con CARICOM, OEA y la ONU será clave.
Soluciones prácticas (qué puede y debería hacer la República Dominicana)
Fortalecer intercambio de inteligencia y control fronterizo sobre redes de contrabando, más capacitación, equipos de rastreo y acuerdos de información compartida.
Presionar por mecanismos de supervisión independientes sobre la GSF (observadores civiles, ONGs, comisiones parlamentarias regionales) para minimizar abusos y aumentar legitimidad.
Desarrollar economía fronteriza resiliente: apoyar microcréditos, cadenas cortas de valor y programas laborales para evitar que comunidades fronterizas dependan de economías ilícitas.
Canales de migración regular y temporal: acuerdos temporales de trabajo y procedimientos administrativos acelerados para evitar flujos irregulares peligrosos.
Estas medidas combinan prevención y asistencia directa: no bastan los cercos militares si no acompañan soluciones políticas y sociales.
Riesgos y advertencias
Financiación voluntaria: la resolución depende de contribuciones; sin financiación sostenida la GSF corre el riesgo de quedar incompleta o de operar con déficits logísticos.
Reacción local: las fuerzas externas que actúen sin un plan robusto de legitimidad política pueden provocar resistencia civil y alimentar narrativa anti-intervencionista.
Efecto “parche”: la seguridad militar sin paralela acción política y de gobernanza puede crear espacios temporales de calma que se vuelvan a perder cuando la misión se vaya.
La autorización de la GangSuppressionForce por el Consejo de Seguridad es un paso significativo: reconoce que Haití exige respuesta mayor que contenciones parciales. Sin embargo, su éxito depende de la coherencia entre lo militar, lo político y lo humanitario, y de la voluntad real de financiar y supervisar la operación. Para la República Dominicana, la prioridad debe ser prepararse —humanitariamente y en seguridad— a la vez que actúa diplomáticamente para que la respuesta internacional no sea sólo fuerza, sino también reconstrucción institucional y protección de los derechos de la población. Si el Caribe logra coordinar un enfoque integral, habrá oportunidad de contener una crisis que ya afecta a millones; si no, la inestabilidad seguirá siendo una amenaza directa en la puerta de casa.



