Opinión

La independencia no existe en política

Por Ramón Diloné

En los últimos días decenas de abogados y de periodistas amigos nos preguntan, con frecuencia, nuestro parecer sobre la independencia en el Ministerio Público, la Junta Central Electoral y el Defensor del Pueblo.

Siempre, en todos los casos, la respuesta es la misma: «en política no hay independientes, los únicos independientes son los muertos porque no tienen simpatías ni intereses», muertos son y muertos se quedarán.

La independencia en política es como la imparcialidad periodística, pues en ambos casos se falsea la realidad en base a la mentira, el engaño y la doble moral.

Los políticos independientes son hipócritas, oportunistas y falsos, mientras que los periodistas que pregonan su imparcialidad siempre están al servicio de las peores causas, de los intereses más espurios y son mercaderes que se venden a cualesquier bastardo.

Ningún periodista es imparcial. Ahora, así como hay muchos codiciosos que tienen una práctica ruin, que son verdaderos arpías, existimos unos cuantos que somos honestos, con un ejercicio ético, comprometidos con la búsqueda de la verdad, la justicia, el bienestar social y los sanos valores.

Lo mismo sucede en política, nadie es independiente, todos los seres humanos tenemos simpatías. El hecho de que no militemos en un partido, eso jamás es sinónimo de que no tenemos simpatías políticas y de que no tenemos compromisos con nadie.

Las personas son animales políticos, porque tal como establece Aristóteles en su pensamiento filosófico, los seres humanos no pueden concebirse fuera de su relación con la sociedad, con el Estado.

El Ministerio Público, en cualquier sistema de gobierno (derecha, izquierda, dictadura, democracia…), siempre ha estado vinculado al Poder Ejecutivo, razón por la que su independencia es una quimera, una utopía, una ilusión, una fantasía y un sueño.

El hecho de que la maestra Miriam Germán Brito, sea una profesional honesta, digna, comprometida con la justicia, respetuosa de la Constitución y las leyes, esa trayectoria indica que es una persona comprometida, que no es independiente, que hace causa con el bien, con la felicidad, con la justicia social, que rechaza vivir en un sistema de abusos, inmoralidades y perversidades.

Aunque la magistrada tiene toda una vida en busca de la felicidad del pueblo dominicano, eso no garantiza que el Ministerio Público sea independiente. Y la situación es peor, porque un porcentaje muy alto responde a las directrices del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y su cuestionado líder Danilo Medina. Debemos señalar que tampoco son independientes los miembros de la JCE y los que integran la Defensoría del Pueblo.

La investigación a la fiscal del Distrito Nacional Rosalba Ramos por el manejo al caso del narcotraficante César el Abusador, así como por algunas compras y contrataciones, desnuda la quimera de la independencia de los miembros del Ministerio Público, pues la magistrada no termina bien de hacer la denuncia al matutino Listín Diario, cuando el PLD sale en su defensa pública.

Está claro que en política no existe independencia, que la felicidad consiste en hacer el bien, porque como sentenció Sócrates, «las almas ruines se dejan conquistar mediante regalos».

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