Salud

Especialistas advierten sobre el síndrome del corazón roto.  

SANTO DOMINGO.- El síndrome del corazón roto no es un mito y tiende a caracterizarse por presentar síntomas similares a un infarto con dolor de pecho y dificultad respiratoria, afirmaron este lunes especialistas en la materia.

El ser humano, de manera inconsciente, actúa en base a una rutina o ritmo automático que lleva en el día a día, y cualquier cambio en este puede tener como resultado un desequilibrio en la sensación de bienestar general, afirmó la cardióloga Claudia Almonte en una nota.

Conocido también como miocardiopatía por estrés, tiende a reponerse en aproximadamente dos o tres semanas con el tratamiento adecuado de un cardiólogo por lo que, una persona que haya sido diagnosticada, debe acudir periódicamente a este especialista.

Almonte consideró que cada año las personas que hayan sufrido del síndrome de corazón roto deben hacerse una evaluación cardiovascular y, si están bajo medicación, realizarla cada cuatro o seis meses debido a que a pesar de ser transitorio, pueden quedar secuelas.

Mientras, la psicóloga Ana Cabrera resaltó que este síndrome es «desencadenado» por la presencia de una situación de estrés emocional o físico altamente significativo, que provoca en el paciente un nivel de dolor en el pecho descrito como «si algo estuviera hueco o roto» o que «se está muriendo de pena».

También, precisó, surgen síntomas como el aumento de los latidos del corazón, altos niveles de ansiedad y sensaciones de malestar en general, siendo la pérdida o fallecimiento de un ser muy querido uno de los factores emocionales más frecuentes.

«Al tener cierta similitud al infarto, algunas de las secuelas psicológicas que se suelen ver es que la persona se mantiene con síntomas frecuentes e intensos de estrés, dolor o tensión en el pecho, ansiedad, problemas de insomnio, dificultad para relajarse y concentrarse en sus funciones del hogar y trabajo, entre otras áreas», agregó.

Almonte y Cabrera coincidieron en señalar que la afección afecta en su mayoría a las mujeres, sobre todo a aquellas que han llegado a la etapa menopáusica o que han sufrido algún trauma o pérdida importante.

La afección fue descrita por primera vez en los años de la década de 1990 en Japón y se nombró síndrome del Takotsubo en honor a la vasija abombada y con cuello estrecho que utilizan en dicho país para la pesca de pulpos, guardando cierto parecido con el ventrículo izquierdo del corazón humano cuando se dilata por el síndrome.

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