Por: Lic. Alejandro Ávila
Ojadiario 11 de septiembre 2024
Tratamos el tema “El sargazo en las costas de la República Dominicana y el caribe». Donde hablamos de la situación en que las temperaturas del mar han aumentado las costas del Caribe y el litoral este de México y Centroamérica han sido afectadas por esta macroalga que, si bien es natural, su desplazamiento y masiva presencia es preocupante y conlleva un importante costo económico y ambiental.
Vemos que, en el año 2023, un informe catalogado reciente de la NASA resaltó imágenes satelitales que revelaron la presencia de un vasto «cinturón» de sargazo, abarcando desde la costa este de África hasta el Caribe. Y como en ese informe los investigadores sostuvieron que esta extensa masa de sargazo constituye el mayor registro jamás documentado en una temporada.
Veremos que solo en 2022, se estimaron alrededor de 2.8 millones de toneladas de sargazos en las costas de la República Dominicana. A parte nuestro país «El Caribe, México y Centroamérica se enfrentan a una recurrente invasión de sargazo que ha impactado sus costas a lo largo de los últimos años, y que el sargazo como organismo vivo, posee elementos fundamentales como carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y azufre, que desempeñan un papel crucial en la liberación de gases como metano y sulfuro de hidrógeno durante su descomposición orgánica.
Las variedades de sargazo que llegan a las costas del país tienen concentraciones de arsénico que superan los límites establecidos a nivel internacional para ser utilizados en labores agrícolas y de alimentación de animales.
Trataremos de manera muy especial como el Gabinete de Lucha Contra el Sargazo preparó un plan a corto plazo por amenaza de la macroalga que podría empezar a incidir en el país» este año 2024.
Veremos la búsqueda de solución al problema del sargazo». Desde la óptica de expertos académicos con el apoyo de empresarios del área hotelera, los cuales son afectados por la situación que se presenta en nuestras costas cada año, en la búsqueda de solución.
Desde 2011, a medida que las temperaturas del mar han aumentado las costas del Caribe y el litoral este de México y Centroamérica han sido afectadas por esta macroalga que, si bien es natural, su desplazamiento y masiva presencia es preocupante y conlleva un importante costo económico y ambiental. Pero ¿qué está impulsando esta proliferación anormal? El cambio climático, el aumento de la temperatura oceánica, la influencia del polvo del Sahara, la creciente contaminación marina, entre otros factores han desencadenado un inusual crecimiento de estas algas.
En marzo de 2023, un informe reciente de la NASA resaltó imágenes satelitales que revelaron la presencia de un vasto «cinturón» de sargazo, abarcando desde la costa este de África hasta el Caribe. Los investigadores sostuvieron que esta extensa masa de sargazo constituye el mayor registro jamás documentado en una temporada. Solo en 2022, se estimaron alrededor de 2.8 millones de toneladas de sargazos en las costas de la República Dominicana.
El Caribe, México y Centroamérica se enfrentan a una recurrente invasión de sargazo que ha impactado sus costas a lo largo de los últimos años. Playas de Honduras, Belice, Cuba, Jamaica, México, República Dominicana, Barbados o islas como la de San Andrés, de Guadalupe o Martinica, entre otras, se ven afectadas por el manto de algas cada año.
El sargazo como organismo vivo, posee elementos fundamentales como carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y azufre, que desempeñan un papel crucial en la liberación de gases como metano y sulfuro de hidrógeno durante su descomposición orgánica. En cuanto a su origen, el sargazo proviene principalmente de la Región de Recirculación Norte-Ecuatorial (NERR), siendo particularmente significativa la desembocadura del río Amazonas en la costa atlántica de América del Sur. La aportación de nutrientes provenientes de los ríos en América del Sur y África Occidental parece ser una de las razones detrás del crecimiento excesivo del sargazo y del contenido de metales en las algas, según reveló Dassié et al. (2022).
