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El día de San Juan

Las mariposas revoloteaban por mi cabeza, habían de varios colores azules, mamey con pintitas negras, amarillas, formaban un tifón en los caminos y se llenaban las parrillas de los carros de alas de mariposas, cada carro tenía un mural multicolor en el frente. Me sentaba a deleitarme con mis amigas, contábamos los carros y dibujamos la figura que expresaba cada mural.

En toda la noche no podía dormir, estaba muy excitada, había pasado el día anterior con los preparativos de san juan, buscando un traje de baño que no revelara mucha desnudez, pues de lo contrario me buscaría un gran problema con mi padre. Esa tradición que por años la había visto cumplirse en hombres y mujeres, constituía un acontecimiento en la comunidad, donde todos la esperábamos con ansias.

Las chicas del barrio reunidas en la prima noche organizando la estrategia que nos llevaría al río sin pronunciar palabras. Era un ritual que se tenía que hacer sin hablar con nadie y la combinación tenía que darse el día anterior, eso incluía que, si alguien se caía, nadie se podía reír porque se perdía la magia, entonces previa combinación nos íbamos a bañar todas en silencio pasando por una estrecha vereda, con pequeños arbustos que arañaban nuestro rostro.

Me pase el día anterior buscando la hierba que debía darle al “Payacan”, un hermoso ejemplar de sangre (quien sabe de qué color o grosor), solo sé que era un hermoso caballo color “bermejo” que encantaba las miradas, se hablaba del caballo de mi hermano en todo el pueblo. Por supuesto yo era la primera en pasearme en él, pues las tardes estaban reservadas para la parranda con sus amigos, esa “chulería” de mi hermano no era gratis, era el pago por unos cuantos manojos de hierbas y el regreso al establo que quedaba a tres kilómetros de la casa, con ese acuerdo tenía asegurado un par de vueltas.

Todo el mundo se enfocaba a ese día que comenzaba con el cantar de los gallos e inmediatamente un tropel de caballos hacían salir a niños, jóvenes y adultos a ocupar lugares privilegiados para ver la corrida, al frente del parque se organizaba la “corrida de cinta” era una tradición en donde participaban los mejores caballos y los hombres que socialmente eran del “medio”, se colocaba una cuerda de lado a lado de la calle y se ataba una cinta de un aro de aproximadamente del tamaño de un anillo y el participante con un lápiz debía atrapar la cinta que tenía el nombre de una chica, la cual debía entregarle un regalo al ganador.

Esta actividad que se desarrollaba frente a la iglesia, donde participaban entre cuarenta y sesenta jóvenes, constituía uno de los principales atractivos del pueblo, luego de llevarse hasta la última cinta, de tantas de varios colores colocadas en la cuerda, el joven le correspondía invitar a la que le entrego el regalo al bar, en el desarrollo de esta actividad se involucraron varias parejas, las cuales hasta hoy permanecen unidas con varios hijos.

Las noches del día de san juan ya no eran tan agradables, pues los borrachos con “tocadiscos y guitarras, subían y bajaban las calles y algunos terminaban heridos o caían de los caballos, generalmente terminaban en el hospital. Otra acción muy común era, los hombres montaban las mujeres delante en sus caballos, al otro día todo el pueblo comentaba “Tu viste que fulanita andaba montada con fulano”, esa era la actividad que más desacreditaba a las jóvenes de la época.

Hoy vemos solo algunos caballos y otros de exhibición, foráneos que llegan a disfrutar de la corrida, ya se ha perdido la tradición de la corrida de cinta, era una de la actividad que más personas concentraba el día de san juan, me imaginaba a cada jinete llevando adelante la damisela dueña del regalo agarrada al fuste, conquistando su corazón, las veía subir las nubes danzando un vals envueltas en las cintas de varios colores que colgaban de la cuerda. Me extasiaba en cada punta del lápiz que acertaba el anillo de metal.

Era de insomnio también la noche posterior al día de san Juan, recreaba cada momento, me dolía dormir, no quería perder un solo minuto de mi película de recuerdos.

 ¡Me deleitaba en cada detalle, actividades y eventos naturales o místicos ocurridos ese día…!!!

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