Jueves 8, mayo 2025, por Kelvin Isidro Valdez
Las familias de las víctimas exigen que se determinen responsabilidades penales y administrativas.
Santo Domingo, RD- Hace exactamente un mes, la madrugada del 8 de abril, la discoteca Jet Set en Santo Domingo se convirtió en escenario de una de las tragedias más dolorosas en la historia reciente del país. Un colapso estructural del techo del que cobró la vida de 233 personas y dejó cientos de personas heridas. La tragedia también se cobró la vida de Rubby Pérez, quien se encontraba en el escenario en el momento del derrumbe.
Hoy, las ruinas del local, se han transformado en un lugar de memoria. Familiares, amigos y ciudadanos solidarios han acudido desde temprano con flores, fotografías, velas y mensajes que claman por justicia. El lugar que alguna vez vibró con música y celebración, ahora guardan el eco del dolor y la indignación.
Las investigaciones preliminares apuntan a una falla estructural grave como la causa del derrumbe. Expertos han señalado que el techo del local presentaba signos de debilitamiento desde hacía tiempo, y que se realizaron remodelaciones sin los permisos adecuados ni supervisión técnica. Además, se ha revelado que la discoteca estaba operando por encima de su capacidad permitida.
Las familias de las víctimas exigen que se determinen responsabilidades penales y administrativas. Organizaciones de derechos humanos y agrupaciones civiles han convocado una marcha para el próximo fin de semana, con el fin de visibilizar las fallas del sistema y exigir reformas urgentes en la fiscalización de locales nocturnos.
A un mes de la tragedia, el país sigue de luto. Pero en medio del dolor, emerge también la fuerza de una comunidad que se rehúsa a aceptar la impunidad. Las ruinas del Jet Set son ahora un símbolo: del duelo colectivo, de la fragilidad de la vida y de la urgente necesidad de no repetir la historia.
